sábado, 2 de marzo de 2013

Pobres hormigas.

Hay cosas que no entiendo y a raíz de eso deberían poner reglas simples en las plazas públicas, para evitar desilusiones o malos entendidos.
Primero que todo hay cierta hora de la tarde que debería ser exclusivamente para gente de la tercera edad con sus mascotas, para que no se topen con partidos de fútbol improvisados por niños pequeños.
Segundo, me parecía interesante que hubiese un sector único para parejas, así los solteros o gente sin compañía no sentiría acentuada su soledad.
Y tercero y nos menos importante, la gente no debería matar a las hormigas, por dos importantes razones, primero porque somos nosotros los que invadimos su espacio, su naturaleza que gentilmente prestan a los seres humanos que esperan salir de la realidad gris de una cuidad por un momento, y segundo porque las hormigas no duermen, ¿se imaginan?, que triste sería si trabajáramos todo el día y la noche sin descanso, no poder soñar, no tener sentido del espacio y peor aún, que de pronto venga un dedo gigante y nos aplaste.